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Foto del escritorJulia García

¡Doné mi cabello!


En el post de hoy quiero compartirles toooooda mi experiencia en torno a donar mi cabello. Para ponerlos en contexto, llevaba con el cabello largo ya unos 4 o 5 años, y debo admitir que sentía que era uno de mis mayoooores atributos, sobre todo porque lo cuidaba demasiado: usaba aceites para hidratarlo, era muy cuidadosa con las puntas, usaba shampoo sólido de muy buena calidad, entre otros detalles (tengo la rutina completa de mi cabello en mis IGTV, y aquí les dejo el link directo).


Hace un par de años, un pariente muy cercano a mi falleció de cáncer, y me consta que es un tema muy delicado, sobre todo porque la experiencia que había visto en películas de personas con esta condición parecían muy lejanas a mi realidad... Y pues me tocó. Fue una etapa algo complicada, sobre todo para la familia, porque el diagnóstico, el tratamiento y el resto de cosas que sucedieron a consecuencia de esto parecían obtener el protagonismo de todas las noches en la incertidumbre de qué pasaría, en la esperanza de que volveríamos a lo que éramos, en el consuelo de que todo iría de la manera más "positiva" posible. Lamentablemente no fue así, pero aprendí muchísimo de la vida, de lo vulnerable y efímera que es en muchas ocasiones, y desde entonces todas las mañanas me levanto agradecida de poder sacarle el máximo provecho a un día más.


Entre todo este momento de abrirme con ustedes, les seré sincera, de alguna manera se instaló en mi la idea de hacer algo por las personas que sufren esta condición, y más allá de hacerlo por esta persona tan querida para mí, quería hacerlo por mí, en un esfuerzo de soltar aquello que más me "atribuía" y darme cuenta que soy lo que soy con o sin mi cabellera. La idea me rodaba por la cabeza desde 2020, y me lo propuse como propósito de año nuevo. Real, no me había propuesto una fecha, simplemente tenia hasta el 31 de diciembre para hacerlo. Spoiler: no pasó.


Comencé a tener esta sensación de que lo hacía a modo de "deuda" por esta persona, y no por mí, no era una acción que me naciera del corazón si no que era algo que me estaba FORZANDO a hacer... y a quién le gusta recibir algo que es forzado, ¿no? Decidí dejar de presionarme, no borrar mi idea, y simplemente hacerlo cuando me surgiera el sentimiento correcto.


Y pues bueno, el momento llegó a mi desde Mayo de 2021 (ya sé, muuuucho tiempo después). Llegó a mi porque me di cuenta que ya le sufría con mi cabello, ya no era un disfrute si no que era un constante en mi vida de quejas e insatisfacción, porque tenía que lavarlo, porque tenía que peinarme, porque no se me acomodaba, porque me atoraba en muchos lados, detalles así. Me eché un clavado en pinterest a todos los bonitos cortes de cabello, me peiné de manera que pudiera visualizarme a mi misma con el cabello corto, busqué peinados, peluquerías y... lo más importante, a donde iba a donar mi cabello y cómo lo haría.


Nariz Roja A.C. es una asociación sin fines de lucro que busca concientizar y visualizar la problemática del cáncer en niños y jóvenes. Se dedican al voluntariado y se mantienen por medio de las donaciones de las personas. Es una asociación muy bonita y popular, ya que muchísimos famosos han donado y ayudado a esta asociación a lo largo de los años. Una de sus recolectas involucra teléfonos celulares que venden a recicladoras para obtener más ingresos. Y otra recolecta, la que nos interesa en este caso, es la de la donación de cabello. También reciben donaciones por si les interesa hacerlo directamente.

Una de las maneras para donar tu cabello es agendar una cita con ellos y sus estilistas te cortarán tu trencita. Recuerden: tu trencita debe medir 30 cm si es virgen o 40 cm si está teñido o tratado. Deben ir con el cabello súper limpio y listo para cortar. En mi caso, el lugar me quedaba muy lejos y preferí hacerlo desde mi casa. Así, bien extrema jaja ni estilista ni nada, nomás mi mamá, unas tijeras y mucho valor.


La verdad estaba en modo bien aventada, así como cuando te vas a subir a un juego extremo todo valiente pero ya arriba te agarra el nervio y quieres salir corriendo, pero ya no había marcha atrás: ya me había trenzado el cabello, había hecho la marca con una liga de hasta donde cortar, y mi madre había empezado a cortar mi cabellito. La emoción se mezcló con una serie de pensamientos de: ¿cómo quedará? ¿cómo me voy a peinar? ¿que rayos estoy haciendo? Pero mi objetivo era claro: quería y ansiaba ese cambio, desprenderme de mi cabello.


Luego de un par de minutitos cortando mi trencita (porque tengo muchísimo cabello) por fin se desprendió, y al verla no puedo explicarles la emoción de saber que esta trencita tenía un gran propósito, uno que haría feliz a una niña que, aunque nunca llegaría a conocer, me quedaba tranquila de saber que sería feliz como siempre debería de serlo. Les juró que sentí como 80 kilos se quitaban de mis hombros, la ligereza de tener el cabello corto sólo lo recordaba de cuando tenía 15 años.


A continuación de eso, mi mamá me emparejó mi cabello. No soy nada exigente con mi corte, siempre lo pido recto porque mi cabello sólo se acomoda de ese modo, y al finalizar amé el resultado. Tomé mi trencita y después de admirarla y presumir mi corte con mis amigos cercanos, la metí en una bolsita de papel reciclado que tenía y me dispuse a llevarla al lugar dónde la recibirian.


Es la cosa más sencilla del mundo. En Guadalajara, justo en La Gran Plaza Fashion Mall hay una cajita a mitad de la plaza en la parte baja donde reciben sus celulares y las trencitas (asegúrense de llevarla en una bolsita, para respetar la higiene de su trencita). Mucha gente pone frases bonitas para las niñas que reciben esto, pero olvidé por completo hacer este detalle. Mi mejor amigo me acompañó a llevarla, y así de fácil, sólo deposité mi bolsita en la caja y se fue: 5 años de cabello.


Si eres de otra parte de la República, ¡también puedes donar tu cabello! Puedes hacérselas mandar por correo de igual modo.


Es una experiencia muy grata, debo admitir, pero si estas mental y físicamente preparado. Sonará muy exagerado o dramático, pero me consta que muchas mujeres somos así: capaces de llorar por un mal corte de cabello o un mal tinte. Es una parte de nosotrxs, muy importante, pero al mismo tiempo es algo muy banal, el cabello crece y las oportunidades de tenerlo de distintos modos serán pocas. Imagínense llegar a viejita y no haberte hecho ese corte o ese tinte por miedo al que dirán o que pueda quedar mal... Salten de la zona de confort (y busquen a un buen estilista).


Muchas gracias a todos los que llegaron hasta aquí. Sígueme en mi instagram como @vidaresiduo_cero y compárteme todas tus dudas e inquietudes.


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